La Erosión del Suelo agrícola es uno de los problemas importantes que en la actualidad afectan a la agricultura mundial y también a la española, sobre todo en zonas de regiones áridas.
En España, según datos de la Asociación Española de Agricultura de Conservación, más de un 50% del suelo agrícola está clasificado con un riesgo medio-alto de erosión.
La erosión puede producirse por la acción del aire y del agua, aunque en España la que tiene más importancia es la hídrica. Cuando las gotas de lluvia chocan violentamente sobre el suelo desnudo, los agregados se rompen en partículas más pequeñas.
Si el suelo se satura de agua, ésta se acumula sobre la superficie y forma una lámina que se va desplazando, cuando el terreno está en pendiente, arrastrando las partículas más pequeñas.
La textura del suelo y su pendiente condicionan la erosión.
La erosión produce pérdidas de suelo cultivable y también que produce la degradación del suelo agrícola. Los elementos más finos del suelo, que conforman el complejo arcillo-húmico en donde se almacenan los nutrientes, son arrastrados con más facilidad, disminuyendo la calidad y fertilidad del suelo.
Por otra parte, el desplazamiento de partículas de suelo, ricas en fósforo, que se depositan en los lagos, provocan la eutrofización de sus aguas.
Algunas buenas prácticas agrícolas para luchar contra la erosión son: evitar el laboreo en pendiente, rotación racional de los cultivos, fertilización equilibrada, que permita producir plantas vigorosas, y laboreo adecuado, siguiendo en pendiente curvas de nivel.
Es muy importante evitar que el suelo esté desnudo, para lo que pueden emplearse cubiertas vegetales. Actualmente esto se hace muy frecuentemente en plantaciones de olivar. Practicar el laboreo de conservación, tanto en siembra directa como en mínimo laboreo, son también técnicas muy interesantes para controlar la erosión.
La Erosión del suelo agrícola